Desde el pasado 4 de mayo, fecha en que la , su administrador Luis Barsallo, conocido como el “Ángel del oxígeno”, ha sido testigo de la desesperación y sufrimiento que sienten quienes tienen un familiar con COVID-19.

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La carga emocional que se lleva a diario, después de repartir hasta la última molécula de oxígeno entre los más de 100 clientes que recibe, es tremenda, dice; sin embargo, hay algo que lo reconforta: las palabras de su orgullosa hija Alessandra (23), a quien ha visto solo un par de veces durante toda la cuarentena.

Yo soy divorciado y mi hija vive con su madre. (Por esta situación) ya no he podido ir a verla (...) Tengo permiso para transitar por el mismo rubro que estoy, pero aún así no he ido por prevención”, comenta Don Luis, quien ha formado parte de la Marina de Guerra del Perú.

TEME CONTAGIAR A SU HIJA

Al “Ángel del oxígeno” - como ahora lo llaman por no subir el precio de este recurso y venderlo a 15 soles el metro cúbico - le atemoriza la carga viral a la que está expuesto por su labor. Por ello, en las dos oportunidades que tuvo para ver a su hija, el encuentro fue a lo lejos.

Ella salió al segundo piso de su casa y yo abajo en mi carro la saludaba, pero no quería entrar porque también tenía miedo. Todavía no me hacía una prueba de descarte de la enfermedad y no lo hice por seguridad”, cuenta.

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Para Luis Barsallo, la cuarentena significó dejar de llevar a su única hija, todas las mañanas, al Hospital Naval, en el Callao, donde realizaba su internado de Psicología. “La recogía de la casa de su mami y nos chocó tremendamente ya no vernos”, refiere.

EL ESPERADO ENCUENTRO

La posibilidad de acercarse ambos se complicó aún más cuando la distribuidora donde trabaja salió en televisión y el rostro de Don Luis se hizo conocido por una acción a la que él no califica de “extraordinaria”, sino de “correcta y justa”.

(Cuando vio la nota), me dijo ‘papi tengo que sacar cita contigo para hablar’ porque a veces me llamaba y realmente no podía contestar pues tenía que atender una cola de cinco cuadras (...) Pero ella está contenta de la acción que hacemos acá”, asegura.

Hoy, a diferencia de otros años, Don Luis y su hija no pasearán por la Bahía del Callao -que tanto disfruta él como marino que es -, pero, tras más de 90 días separados y con una prueba de COVID-19 negativa, podrán al fin abrazarse. Extraña los paseos con su hija, que ya es psicóloga.

DATO: Luis Barsallo, técnico de la Marina, se convirtió en padre a los 34 años. Con Alessandra y el uniforme de la Marina.

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