LA FIESTA DEL AGUA Y LAS TIJERAS
LA FIESTA DEL AGUA Y LAS TIJERAS

En Andamarca, región de Ayacucho, existe la tradición ancestral de cantarle al agua y celebrar su llegada en la época de lluvias. Del 20 al 26 de agosto, todo el pueblo se une para rendirle un homenaje a este elemento vital que permite el crecimiento de los cultivos.
El Yaku (agua) Raymi (fiesta) mantiene su origen prehispánico aunque ha sufrido ligeros cambios con el paso del tiempo. Por ejemplo, algunas veces en las partes centrales de esta celebración -que dura cinco días en total- se utilizan banderas peruanas y cruces, elementos que se han ido mezclando con la tradición original.

CICLOS. Primero se realiza un ritual para entregarle ofrendas a los Apus. Se agradece a los cuatro suyos y se adornan las cruces.
Como el Yaku Raymi simboliza un nuevo ciclo de vida después de la sequía, es necesario limpiar las acequias y remover todo obstáculo que impida el paso del agua. Una vez que este renacimiento queda consagrado por los líderes religiosos del pueblo, se escoge a los siguientes “mayordomos” que cubrirán los gastos del próximo año.
Cuando todos retornan a la plaza del pueblo, entre bailes y canciones, se inicia la competencia de los danzantes de tijeras.

MÚSICA. El fin de fiesta puede durar hasta entrada la noche, siempre acompañado por el sonido de las tijeras, el arpa y el violín. Antiguamente también era común la presencia de quenas, tambores y chirisuyas, este último es un instrumento de viento que posee un sonido similar al de las gaitas escocesas.
Por todos estos elementos, “La Fiesta del Agua” es considerada una festividad social que honra tanto a la Yakumama (madre agua) como a la Pachamama (madre tierra), las dos deidades posibilitadoras de la agricultura.
Dentro de este gran ritual, se destaca la participación de los danzantes de tijeras que por estas fechas llegan a Ayacucho provenientes de todas partes del país. Sus presentaciones demandan mucha exigencia porque la festividad les permite demostrar sus habilidades ante locales y visitantes.
Por su belleza y valor simbólico, la danza de las tijeras fue considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en el año 2010. Aunque desde 1995 ya era considerada Patrimonio Cultural de la Nación.