Una orden de captura y detención preliminar por siete días pesan sobre Jean Carlos Montero Huaylinos y Rubén Darío Cueva Velásquez, quienes son investigados por el asesinato de la ciudadana venezolana Mary Andreína Farías Torres, el pasado 14 de mayo en San Bartolo.
A pedido de la Fiscalía, el Segundo Juzgado de Investigación Preparatoria de Lurín dictó estas medidas contra ambos sujetos que se desempeñaban como técnicos de Claro (contratados por la empresa PC Telecom) y llegaron hasta la casa de la mujer para realizar una instalación técnica.
Las últimas imágenes con vida de la madre de familia, quien llegó al Perú en busca de un mejor futuro, revelan cuando los hombres ingresan a su casa, donde vivía sola, a las 11 de la mañana y se retiran para volver por la tarde. En esa segunda visita, se les ve irse después de varias horas, a las 10:50 de la noche.
Detrás de ellos, bastante afectada y sollozando, también sale Mary Andreína quien les increpa “por qué me hicieron eso” y le advierte a uno de los trabajadores que lo va a denunciar. Los sujetos entran a la unidad con la que llegaron y, en un acto desesperado para que no se escapen, ella trepa al parachoques. Metros más allá, fue atropellada y los responsables de su muerte se dieron a la fuga.
INVESTIGACIÓN. La búsqueda y captura de Rubén Darío, arequipeño de 31 años, y Jean Carlos Montero, quien habría comprado la miniván que impactó a la venezolana, permitirá continuar con las diligencias y esclarecer los hechos que rodean a este crimen.
A través de las redes sociales, los amigos y vecinos de Mary Andreína están haciendo una campaña para que se halle a ambos sujetos y que la muerte de la joven, que ven como un feminicidio, no quede impune.
Los sujetos están siendo investigados por homicidio simple, pero organizaciones y colectivos como Familias Unidas Por Justicia, que reúne a familiares de víctimas de feminicidio, exigieron que se cumpla el protocolo de la Fiscalía de investigar inicialmente toda muerte violenta de una mujer como feminicidio.
OJO AL DATO. Andreína llevaba cinco años en el país y trabajaba en un restaurante de San Bartolo. Todo lo que ganaba lo enviaba a su madre.