Julio Cortázar: 102 años del autor de Rayuela - 1
Julio Cortázar: 102 años del autor de Rayuela - 1

¿Julio Cortázar era un asesino en serie escondido bajo la palabra? Si bien la mayoría de escritores han dado muerte a un sinfín de personajes, en el narrador argentino se daba un caso inusual, casi neurótico. Matar por gusto. Asesinar como quien manda a su personaje a comenzar un libro, cerrar una puerta. Así, una simple pregunta como “¿Por qué mata a su protagonista?” desencadena una confesión de un homicida oculto, cómplice.

“A lo mejor soy un criminal, en el sentido freudiano, que se sublimó en escritor”. Esta oración, tomada del libro “Clases de Literatura: Berkeley, 1980” (Alfaguara, 2013) es un fragmento de la respuesta que da Cortázar a un estudiante de la universidad norteamericana Berkeley, en 1980, donde llegó a dar clases de literatura, a pesar de tener un pensamiento ideológico discordante con el de Estados Unidos. Pero ese es otro tema (también importante, claro). El motivo de esta nota es navegar por las entrañas criminales de uno de los cuentistas más leídos y estudiados durante los últimos años.

Julio Cortázar: Se cumplen cien años del nacimiento del escritor argentino
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La interrogante del universitario se debe al relato “Lugar llamado Kindberg”. El autor cuenta, en líneas generales, el argumento del texto: el encuentro de un argentino de 40 años, profesional y “exitoso”, y de una muchacha chilena de 19, hermosa y libre.

Después de llevarla en su auto y pasar una noche en un hotel, entre conversaciones y caricias, el hombre de negocios recordó los años en que, como ella, iba en busca de la deliciosa aventura, del no saber qué sería de su camino en las próximas luces del alba.

El protagonista tomó un camino seguro, de gente “de bien”. Al final, luego de dejarla en una avenida (la joven tomaba otro rumbo), el hombre pisa el acelerador y se suicida. La víctima podía haber seguido su rumbo y vivir su tristeza con la careta del éxito. Pero no. La muerte es muchas, en Cortázar, un desenlace inevitable.

Portada del libro que reúne las clases que Cortázar dio en Estados Unidos.
Portada del libro que reúne las clases que Cortázar dio en Estados Unidos.

“No, es en serio, estoy hablando muy en serio: Una de las teorías más fascinantes del psicoanálisis es que en ciertos individuos que tienen tendencias criminales y para quienes el asesinato es una especie de impulso profundo (lo que podríamos llamar el criminal nato, no el criminal por accidente, por pasión o por impulso, sino el hombre que es un criminal nato y lo sabe; puede suceder si es una persona que pertenece a medios relativamente educados y cultivados de la sociedad), Freud sostiene que muchas veces los impulsos sádicos profundos buscan su salida a través de una sublimación, y por eso su teoría -que causó mucho escándalo- de que muchos cirujanos hubieran podido ser criminales si no fueran cirujanos.", dice el autor de “Rayuela".

Hay otros cuentos de Cortázar en el que los protagonistas mueren, aunque el relato lo diga explícitamente o no, en uno de esos juegos temporales y narrativos del escritor, como “Isla al mediodía”, “La noche boca arriba”, “Continuidad de los parques”, “El ídolo de las Cícladas”, entre otros.

"(…) Lo creeremos o no pero a lo mejor es por eso que yo mato a tantos personajes y que me gusta la criminología. Es buenos hacer bromas así porque…, porque detrás de las bromas se agazapan a veces otras cosas“, continúa Cortázar, confesando sus crímenes en otros mundos posibles.