Según cifras de 2017, los peruanos leen menos de un libro al año.
Según cifras de 2017, los peruanos leen menos de un libro al año.

Regalar un libro en Navidad (o en cualquier fecha) es un gesto de amor. Pero no regalarlo puede ser un verdadero gesto de amor. En un país como el Perú, donde se lee menos de un libro al año, obsequiar una novela o una investigación académica parece estar ligado al fracaso, al repentino desagrado o al odio cuando se desenvuelve el envoltorio y aparece el monstruo de cientos de hojas llenas de letras y sin dibujos.

Se dice esto cuando la persona a quien le harás un presente es alguien que no lee o no le interesan los libros o simplemente, ilusionado, esperaba unos audífonos nuevos, un par de lentes, una gorra, zapatillas o una pelota para estrenarla en vacaciones. Si encuentras un libro que te parece importante, necesario, pero no estás seguro de que tu amigo, hermano, pareja, familiar lo leerá algún día, mejor cómprale esa camisa, ese pantalón o ese juguete que se quedó mirando la última vez que pasaron por una tienda de ropa.

Un lugar así puede ser el paraíso o el infierno de alguien.
Un lugar así puede ser el paraíso o el infierno de alguien.

Porque libros regalados y abandonados abundan en las casas. Empolvados en las salas, en el mejor de los casos, o apolillados en el lugar más oscuro de una habitación, los libros transcurren su tiempo en esta vida sin ser leídos. Y es triste. ¿Acaso alguien se compra un carro para no manejarlo? ¿O te contratan en un trabajo para tenerte sentado en un rincón, aburrido y sin hacer nada? Mejor ese libro dónalo a una biblioteca escolar, a grupos que fomentan la lectura, a una universidad.

“Regalar libros en Navidad es expresión de amor. Pero también lo es regalar un PlayStation o un iPhone. De hecho, lo segundo puede implicar más amor que lo primero. Chévere que hablen bien de los libros pero no todos los valoran igual: hay gente que te odiará si le das uno. Franco”, tuiteó el escritor y periodista Juan Manuel Robles. Y así es.

Pero si conoces a alguien que ama la lectura o está interesado, curioso, de entrar en esa forma de vida (extraña, hasta casi enferma, pero placentera), regálale un libro. Y este acto sí será un gesto de amor. Se ha elogiado demasiado al acto de leer. Se habla de las aventuras, los nuevos mundos, las historias divertidas, tristes, espeluznantes, de la empatía. Pero literatura también es riqueza. Ya lo dijo Roberto Bolaño (“Los detectives salvajes”, “Amuleto”): “Y en mi vida, que ha sido más bien nómada y de una pobreza extrema en ocasiones, leer ha contrapesado esa pobreza y ha sido mi soberanía y ha sido mi elegancia”.

Regala un libro. No suelen pasar los 100 soles y siempre es un buen obsequio, sobre todo si la persona a la que te toca regalar le gusta leer.
Regala un libro. No suelen pasar los 100 soles y siempre es un buen obsequio, sobre todo si la persona a la que te toca regalar le gusta leer.

Con la lectura podemos ser el villano, el héroe, el extra, el tipo que empuña el arma o quien mira por última vez. Esa es la magia de las palabras. La literatura, se ha dicho, no sirve para nada. Entre la gracia y la pretensión, se puede decir que esa frase también es mentira. Los libros ayudan, y mucho. El poeta y psiquiatra Lizardo Cruzado (“Este es mi cuerpo”, “No he de volver a escribir”) ha dicho que también recomienda leer a sus pacientes: “una persona que conoce su sufrimiento está en mejores condiciones de enfrentarlo”.

Hay que precisar algo: regalar libros no está de moda…¿o sí? En todo caso, regalar un libro sigue siendo un acto de amor, sobre todo porque se entrega un mini mundo de historias a alguien de quien no quieres perder su cariño. Por eso, si no se desea un libro en Navidad, no lo regales. Los audífonos siempre serán utilizado por alguien. Los libros agonizan más en el olvido.

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