Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.
El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.
Hoy te cuento la historia de María, de 32 años, quien vive en el distrito de Surquillo:
Doctora Magaly, necesito de su consejo porque no sé qué hacer con mi enamorado Gabriel, quien ama con locura a su gata, incluso más que a mí. Le cuento, para que no piense que exagero.
Kitty es una gata que tiene 6 años, es la mascota de Gabriel, se la regaló su abuelita. Gabriel cuida de su gata con devoción. La lleva periódicamente al veterinario, le compra juguetes, ropa y hasta permite que ella duerma con él en su cama.
Me agrada que mi enamorado tenga ese trato con su mascota, demuestra que es una persona sensible. El problema está en que la gata no me quiere. La primera vez que la conocí quise acercarme y hacerle cariño y ella me gruñó. Me mostró sus filudos dientes. Yo pensé que era porque no me conocía, y que con el tiempo cambiaría, pero me equivoqué. Entiendo que Kitty sea huraña, pero Gabriel tampoco hace mucho para que ella cambie de actitud.
Por ejemplo, cuando vemos película en su casa, la gata se pone entre los dos. Él, en lugar de apartarla, la abraza y deja que se acueste en sus piernas. Una noche que me quedé en casa de mi enamorado cerramos la puerta del cuarto, pero la gata empezó a rasgar la puerta. Gabriel, en lugar de sacarla, dejó que entrara al cuarto.
Yo estaba muy incómoda y le dije que no pasaría nada entre nosotros esa noche si Kitty no salía de la habitación. Usted qué cree que hizo Gabriel, doctora. Agarró a la gata y se fue a dormir con ella al sofá. Me dejó sola. Esa fue la gota que colmó mi paciencia.
Estoy a punto de pedirle a Gabriel que elija entre su gata y yo, pero temo que prefiera a su mascota y termine conmigo. Yo realmente lo amo, pero la gata a mí no. ¿Qué hago?
CONSEJO
Querida María, dile a Gabriel cómo te sientes con el trato que él le da a su mascota, pero no lo hagas en tono de reclamo. Debes entender que para él su mascota es importante. Dile que su relación de pareja también debe tener un lugar importante en su vida. Dialoguen con calma y busquen entre los dos la mejor solución para que su relación no se vea afectada. Suerte.