Magaly Moro

Daniel (32 años, San Martín de Porres). El bus es un lugar muy extraño para enamorarse, pero sucede. En este medio de transporte uno se encuentra con decenas de personas y es muy fácil fijarse en alguien que, en un instante, desaparecerá para siempre. Ese fue mi caso. Estaba regresando del trabajo, sentado, apoyando mi cabeza contra la ventana del bus, a punto de sacar mi libro favorito de Stephen King, “Carrie”, cuando me percaté que en la fila de al lado había una hermosa chica de ojos marrones claros leyendo lo mismo.

Parecía muy entretenida y pasaba las hojas lentamente como asegurándose de no perder ningún detalle. De inmediato saqué mi libro de la mochila, para confirmar que leíamos lo mismo. Fue algo increíble. Yo he leído esta historia unas tres veces y soy muy fan de Stephen King. Me quedé mirándola con mi libro abierto para ver si ella volteaba. Estaba seguro que sentía el peso de mi mirada, pero no, no volteó.

Doctora, no podía quedarme con las ganas de saber más de ella, así que respetando el metro de distancia, me acerqué. “Hola, veo que traemos el mismo libro. ¿Qué casualidad, no?”, le dije. Por suerte, ella fue amable conmigo y pude ver que sonrió a pesar de que traía mascarilla. Cruzamos tres o cuatro frases y ella se bajó. Al pararse dejó caer una tarjeta de presentación. No sé si fue a propósito o lo hizo de casualidad, pero ahora estoy muy ansioso por llamarla. Sin embargo, algo me detiene, tengo miedo que se asuste, me corte y esa linda experiencia que viví se convierta en una pesadilla. ¿Qué hago?

Ojo al consejo

Querido Daniel, aquí entra a tallar la frase “el que no arriesga, no gana”. Es muy probable que pase lo que tú mencionas, pero también puede pasar lo contrario, y que ella esté esperando tu llamada.

Yo te aconsejo que no lo pienses mucho, a veces no es necesario darle tanta vuelta a un asunto.

Anímate, quizás esa joven termine siendo ese amor que tanto esperas. Suerte.