Magaly Moro

Paolo (32 años, San Juan de Lurigancho) Doctora, siempre me he considerado un hombre honrado y trabajador, que no se deja vencer fácilmente, eso me enseñó mi madre desde muy pequeño. Por esta misma razón, decidí buscar varios cachuelos en cuanto me despidieron de mi centro de labores hace seis meses. Así, poco a poco, comencé a ganar dinero para sobrevivir económicamente en medio de la pandemia. Sin embargo, no fue suficiente y me quedé sin un sol luego de un par de meses.

A pesar de todo, no me rendí y descubrí que vender mascarillas, protectores faciales y artículos de limpieza era bastante rentable en esta “nueva normalidad”. Hoy en día a eso me dedico: ir por las calles ofreciendo mis productos, a la espera de que alguien se anime a comprarme. Por mi parte, yo considero que es un trabajo digno, pero mi pareja Milagros no cree lo mismo.

Se lo juro, señora Magaly, no hay día en el que no me diga que me busque un trabajo de verdad. “¿Qué le voy a decir a mis amigas ahora?, ¿Qué mi esposo es un ambulante?”, me reclama siempre que puede. Por más que le explico que es algo temporal mientras la situación del país mejore, mi mujer me lanza comentarios hirientes que, lejos de animarme, me hacen sentir como un fracasado.

No entiendo por qué le molesta tanto lo que hago, no estoy robando ni haciéndole daño a nadie. Me gustaría que fuera más comprensiva porque, aunque ella no lo crea, me duele que se burle del trabajo que nos pone un pan en la mesa todos los días. ¿Qué debería hacer? Estoy harto de escuchar sus constantes quejas.

Ojo al consejo

Paolo, admiro tu férrea voluntad de no dejarte vencer pese a las adversidades. Por lo que leo eres un hombre trabajador y mereces el apoyo y la comprensión de tu pareja. Te aconsejo que hables con Milagros y le expliques lo mal que la pasas con sus comentarios fuera de lugar. Si ella continúa con la misma actitud, lo mejor será ponerle fin a esa relación. Piénsalo.