Magaly Moro

Anahí (25 años, Magdalena). Doctora Moro, jamás pensé que el amor llegaría a mí y de una forma tan complicada.

La primera vez que pedí mi ansiado pollo a la brasa, lo único que deseaba era que llegara calientito y lo más rápido posible. Sin embargo, cuando vi a mi repartidor parado en la puerta de mi casa olvidé por completo mis ganas de comer. Solo podía pensar en su corpulenta figura, su rostro perfecto y los ojos más lindos que haya visto en mi vida. Desde entonces no he parado de pedir delivery para volver a encontrarme con ese monumental hombre. Gracias a eso he podido hablar con él un par de veces, siempre manteniendo la distancia por supuesto. Me enteré que se llama Juanjo y que viene trabajando como repartidor desde hace poco para ayudar económicamente a su madre y abuela.

Su historia me conmovió demasiado e hizo que me gustara aún más. Puede sonar exagerado, pero pienso que es el amor de mi vida, señora Magaly. El problema es que mis padres piensan que estoy loca, pues pido comida prácticamente todos los días solo para verlo. Él tiene mucho trabajo gracias a la alta demanda de pollo a la brasa y nuestro tiempo es escaso. Pero siento que Juanjo también está interesado en mí, lo puedo notar en su sonrisa cada vez que abro la puerta. No obstante, no sé si una relación entre los dos tenga futuro, además empiezo a quedarme sin dinero por la gran cantidad de pedidos que llevo haciendo. He pensado en pedirle su número, pero a veces creo que debería olvidarme de él. Ayúdeme.

Ojo al consejo

Anahí, te aconsejo que tomes las cosas con calma. Entiendo que sientas una fuerte atracción hacia tu repartidor, pero ten cuidado con caer en la obsesión. Te recomiendo que busques alguna distracción sana para no pensar todo el día en Juanjo y así aclarar tu mente y corazón. Asimismo, cuida mucho de tus finanzas, pues puede que te salga caro a fin de mes. Mucha suerte.