Magaly Moro

Lucía (30 años, Comas). Señora Moro, estoy desilusionada, me siento traicionada, además, estoy furiosa. Todos estos sentimientos negativos se deben a mi enamorado Humberto. Es un sinvergüenza.

Cuando se inició la cuarentena, la empresa en donde él labora no dejó de funcionar y optó por el teletrabajo.

Yo estaba contenta con que Humberto siguiera trabajando, sobre todo ahora que la situación es complicada y no se sabe cómo se va a sostener el empleo de millones de personas en los próximos meses.

De lunes a viernes lo veía sentado por casi 10 horas en su silla frente a la computadora. Estaba muy orgullosa de que fuera tan trabajador, sin embargo, mi admiración desapareció el pasado lunes. Ese día, Humberto amaneció con dolor de cabeza, aún así se sentó a trabajar, pero a las dos horas no toleró más y salió de la casa para comprar unas pastillas.

A los pocos minutos de irse escuché que tenía una llamada por Skype. Pensé que su jefa lo estaba llamando para pedirle algo. Decidí acercarme a la computadora para responderle que Humberto había salido en busca de unos medicamentos, pero en esos instantes me di cuenta que mi enamorado había estado coqueteando con su jefa. Él le decía que era “una mujer muy empática, muy solidaria, honesta, eficaz y muy guapa”.

Cuando regresó Humberto le pedí explicaciones. Él me respondió que solo estaba siendo amable con su jefa y que no quería tener problemas en su trabajo, menos ahora que es probable que reduzcan personal. No sé si creerle, doctora. ¿Qué opina?

Ojo consejo

Estimada Lucía, entiendo tu inquietud, sin embargo, si no hallaste otros mensajes comprometedores no creo que exista suficiente motivo para alarmarte. Es posible que Humberto solo esté siendo amable. Tampoco es un pecado que le diga a su jefa estas virtudes. De igual forma, conversa con él y hazle saber que para que la relación funcione ambos deben ser sinceros.