Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.

El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.

Hoy te cuento la historia de Anita, de 24 años, que nos escribe desde La Molina

Magaly Moro

magalymoro@prensmart.pe

Anita (24 años, La Molina). Doctora Magaly, hasta hace poco tenía una mejor amiga a la que consideraba mi hermana y un novio con el que pensaba que tenía un futuro. Los dos eran mis personas favoritas en el mundo, pero, irónicamente, fueron ellos quienes terminaron rompiéndome el corazón.

Conocí a Daniel en la universidad. Era divertido, atento y siempre encontraba la forma de hacerme reír incluso en los días más pesados. Al mismo tiempo, Valeria, mi mejor amiga desde el colegio, era quien más celebraba mi relación.

Al principio me encantaba ver que se llevaban bien, y pensaba que tenía mucha suerte porque mi novio y mi mejor amiga se entendían de maravilla. Nunca imaginé que esa buena relación sería el inicio de mi peor pesadilla.

Todo empezó con pequeños detalles, mensajes entre ellos que parecían bromas y miradas que duraban un poco más de lo normal. Yo confiaba, así que no hice escándalo.

Hasta que una noche lo descubrí todo. Daniel olvidó su celular en mi cartera. Cuando sonó, vi el nombre de “Val” en la pantalla y la notificación decía “¿Nos vemos otra vez mañana?”. Mi corazón se detuvo.

Abrí la conversación y encontré semanas de mensajes, coqueteos y planes para verse a escondidas. Sentí que el piso se abría bajo mis pies. Llamé a Valeria y solo me dijo que no fue planeado, que simplemente pasó. A Daniel no le di la oportunidad de explicarse. Lo bloqueé, lo borré de todo y me fui. Doctora, estoy muy confundida. ¿Qué me aconseja hacer con ambos?

OJO AL DATO

Querida Anita, cuando la traición toca a la puerta no se responde con ira, se responde con dignidad. La confianza, una vez rota, difícilmente vuelve a ser la misma, y es allí donde nace la prudencia. No lamentes haber confiado, recuerda que quien actúa con lealtad duerme en paz, mientras quien engaña carga con su propio peso. El tiempo y la distancia serán tus mejores aliados.