Magaly Moro
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Patricia (35 años, Barranco). Doctora Magaly, le escribo con el corazón hecho trizas. Nunca imaginé vivir algo así, pero necesito desahogarme y, sobre todo, entender qué hacer.
Le cuento que salimos a una reunión con amigos como en otras ocasiones, todo iba bien hasta que Percy, mi pareja, empezó a tomar más de la cuenta. Se notaba alegre, suelto, un poco pasado... pero nada fuera de control. Eso pensé.
En un momento, él me dijo que iba al baño, pero pasaban los minutos y no regresaba. Algo dentro de mí me decía que algo no estaba bien, así que fui a buscarlo. Y ahí fue cuando mi mundo se vino abajo.
Cuando lo encontré, doctora, estaba en la puerta del baño de mujeres, besándose apasionadamente con una chica. Me quedé helada. No supe si gritar, llorar o salir corriendo. Sentí cómo mi pecho se apretaba de pura rabia y dolor.
Lo enfrenté en ese mismo instante. Estaba tan borracho que apenas podía hablar. Balbuceaba cosas sin sentido, y en un momento me dijo: “Pensé que eras tú…” ¿Cómo va a confundirme conmigo si yo tengo el cabello lacio y esa chica tenía rulos? ¿Qué clase de excusa barata es esa?
Por pena y porque no quería que le pase nada en ese estado, lo llevé en taxi esa madrugada a su casa. Pero, doctora, yo no fui la misma desde ese instante. Me sentí traicionada, ridícula, usada.
No sé si fue el trago o si eso solo sacó lo que él realmente es. Lo cierto es que mi corazón quedó roto, y no sé si alguna vez podré volver a confiar en él. ¿Usted qué haría en mi lugar?