Magaly Moro

Julia (33 años, Barranco). Doctora Magaly, estoy completamente decepcionada del amor. O quizás todo lo que me pasa es porque soy una mujer muy ingenua, muy tonta. Disculpe que empiece esta carta con lamentaciones, pero tengo muchos sentimientos que necesito exteriorizar.

Le cuento que hace 8 años terminé mi relación con Pablo, un hombre del que aún sigo enamorada pese al paso del tiempo. Nosotros dimos fin a nuestro romance en buenos términos y gracias a ello hemos podido vernos y conversar cada cierto tiempo, lo que no me ha permitido olvidarlo. Cada vez que se daban estos encuentros, yo pensaba que él aún sentía cosas por mí, pero no, estaba muy equivocada. Ahora, que ya se me cayó la venda de los ojos, al fin entiendo que siempre que recurre a mí es porque algo le va mal, porque termina con su pareja de turno o hasta por simple aburrimiento.

Cuando recién empezó la cuarentena, Pablo me escribió, empezó a recordar cosas de nuestro pasado, me dijo que siempre ha pensado que soy una extraordinaria mujer, en fin, puro palabreo. Yo, a pesar a tener más de 30 años, caí en sus mentiras como una niña. Durante estos últimos tres meses conversamos diariamente, incluso ya me imaginaba reiniciando algo con él, pero resulta que apenas se levantó el aislamiento obligatorio, Pablo desapareció, no me contestó nunca más los mensajes y cuando decidí llamarlo, me colgaba. Me molesta tanto que me haya tomado el pelo de tonta. Es más, siento que lo odio. Señora Moro, ¿qué hago?

Ojo al consejo

Estimada Julia, es natural que sientas frustración, pero es momento de que tomes una decisión. Si al fin te diste cuenta que Pablo solo te utiliza, entonces aléjate de él y no permitas que vuelva a entrar a tu vida porque solo te genera inestabilidad. Es evidente que él solo te ve como una amiga.

Cierra este capítulo de tu vida y permítete empezar una nueva historia.