Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.
El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.
Hoy te cuento la historia de Rodolfo, de 29 años, que nos escribe desde Breña.
Señora Moro, recurro a usted por un problema que, aunque parezca banal, considero que tiene un trasfondo más serio de lo que parece. Hace un tiempo le fui infiel a mi esposa, pero luego de un largo proceso de terapia de pareja decidimos continuar con nuestro matrimonio, por el bienestar de nuestros hijos y, claro, porque aún nos amábamos.
Sin embargo, a veces siento cierto rencor en ella, que disfraza a través de sus bromas. Actualmente, no deja de llamarme “Chespipirujo”, un término que, según me explicó, se ha hecho viral en redes y hace referencia a Chespirito, a quien en su serie retrataban como un mujeriego. Juntaron su nombre con la palabra “pirujo” y así nació ese apodo. Antes me decía “Nodalito”, por el cantante Nodal, que también fue infiel a su pareja. En otro momento me llamó “Piqué”, por el ex de Shakira.
Como ya habrá notado, todos los apodos tienen en común que hacen alusión a hombres que engañaron a sus parejas. Me duele que me trate así, porque me recuerda todo el tiempo la traición que cometí. Sé que no va a olvidar lo que pasó, pero si me perdonó, supuestamente era porque íbamos a dejar atrás ese episodio.
Cada vez que le digo algo al respecto, se molesta mucho. No sé cómo actuar, ni cómo abordar esto sin empeorar las cosas. Agradecería mucho su consejo, porque aunque acepto mi error, también me siento herido.
CONSEJO
Querido Rodolfo, busca un momento tranquilo, dile cómo te hacen sentir esos apodos. Dile que sabes que lo que pasó le dolió y que entiendes que no se olvida fácil, pero que esas bromas te hieren y no ayudan a sanar. Recuérdale que estás comprometido en reparar el daño y construir algo mejor. Si han decidido seguir juntos, lo justo es hacerlo con respeto y empatía de ambos lados.