Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.

El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.

Hoy te cuento la historia de Joel, de 30 años.

Doctora Magaly, estoy pasando por la situación más vergonzosa de mi vida. Hace un mes me tatué el nombre de Adriana, mi novia desde hace cinco años, como muestra de amor por nuestro aniversario. Me sentía tan feliz a su lado que ya planeaba pedirle matrimonio este año. Para mí, era la mujer con la que quería compartir mi vida. Pero recibí el peor golpe justo cuando creía que todo iba bien: Adri terminó conmigo hace tres semanas.

Desde entonces, no solo cargo con el dolor de su partida, sino con la vergüenza. Compartí en redes mi tatuaje, creyendo que era una locura de amor, y ahora no soporto ver esa publicación. No le he contado a mi familia porque sé que se van a burlar, especialmente mis hermanos. Me siento como un tonto que creyó en una historia que solo existía para mí.

Adriana me dijo que hace meses sentía que la relación ya no era igual. Justo coincide con el ingreso a su nuevo trabajo, y empiezo a pensar que hay alguien más. No lo he confirmado, pero su frialdad me lo dice todo. Me parte el alma saber que mientras yo hacía planes, ella ya pensaba en irse.

Le pedí que lo intentemos otra vez, pero fue firme: no hay vuelta atrás. Dice que ya no le hace bien esta relación. Me quedé con un tatuaje, el corazón roto y una gran vergüenza. ¿Qué hago con todo esto que siento? ¿Cómo sigo adelante sin sentir que fui el único que creyó en este amor?

CONSEJO

Querido Joel, no te sientas mal por haber amado de verdad. Ese tatuaje no te hace ridículo, te hace valiente por apostar por lo que sentías. Hoy duele, sí, pero mañana será solo una historia más. No fuiste tú el que falló. Levanta la cabeza, sigue tu camino y ya llegará quien sí sepa valorar tu corazón Mucha suerte.