Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.
El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.
Hoy te cuento la historia de Juan, de 34 años, que nos escribe desde La Molina.
Magaly Moro
magalymoro@prensmart.pe
Juan (34 años, La Molina). Doctora Magaly, jamás pensé que mi historia llegaría hasta aquí, pero necesito su consejo urgente. Trabajo en La Molina, pero vivo en el Centro de Lima. Todos los días me lanzo ese martirio de manejar en pleno tráfico limeño: dos horas de ida y dos de vuelta, todo para ganarme el pan honradamente y darle lo mejor a mi familia. Pero mi esposa, en lugar de entender el sacrificio, ¡me tiene marcado con GPS emocional!
Ella jura que esas dos horas de tráfico no existen… y que, en realidad, me quedo “tomando cafecito con mi jefa”. Según ella, cada minuto que me atraso es porque estoy con la otra. Y la “otra”, según su detective interno, es nada menos que mi jefa: una mujer de 45 años, ejecutiva, elegante y divorciada.
Yo no niego que mi jefa sea guapa y tenga buena presencia. Es estricta, eso sí, pero siempre me ha tratado con respeto. El único pecado que cometí fue mencionar su nombre en casa cuando conté que me felicitó por un buen informe. Desde ahí, mi esposa se transformó.
Ahora me revisa el celular, me llama cada 15 minutos y, cuando llego tarde a casa, me recibe con una mirada acusadora, como diciendo “a ver, ¿qué excusa tienes hoy?”. Yo la amo, pero ya no aguanto más sus celos. Me siento atrapado en una cárcel emocional, sin poder hablar de ninguna mujer sin que se arme un escándalo.
¿Cómo le explico a mi esposa que la que maneja mis horarios es el tráfico, no otra mujer? Espero su consejo, doctora.
OJO AL CONSEJO
Querido Juan, el amor sin confianza es como un carro sin motor: no va a ningún lado. Tu esposa debe entender que el tráfico limeño es real, no una excusa.
Sin embargo, tú también debes ser claro y transparente, evitando alimentar sus dudas. Invítala a conocerte más allá del “celular revisado”. Hablen, sin gritos ni sarcasmos. Sin diálogo, los celos acabarán con tu matrimonio.