Daniela (23 años, Puente Piedra). Desde hace un año y medio estoy en una relación con Luis, el hombre más tierno y cariñoso que he conocido. Sin embargo, hay algo que me tiene preocupada: desde que estamos juntos, he subido 10 kilos de peso.

Luis y yo somos una pareja que ama salir a comer. Nuestras citas suelen ser en lugares donde la comida es deliciosa pero no precisamente saludable: pollito broaster, arroz chaufa, pollo a la brasa con su respectiva Inka Kola, y otras delicias que ya se han vuelto rutina.

Antes de conocerlo, pesaba 49 kilos, pero ahora estoy en 59, y mi ropa me queda apretada. Aunque Luis me dice que le encanto tal como soy, y que no le importa si he subido de peso, yo me siento incómoda con mi cuerpo.

La situación me genera conflicto interno. Por un lado, quiero disfrutar de mi relación y de la comida que compartimos, pero por otro, me preocupa no reconocerme en el espejo. Siento que he perdido el control de mi peso, y eso está afectando mi autoestima. Mi novio no parece notar el cambio, pero yo me siento más gorda y menos atractiva.

El problema es que no solo he notado el aumento de peso, sino también ciertos hábitos que no tenía antes. Por ejemplo, Luis es fanático de las series, y ahora cada vez que vamos a ver Netflix, tenemos que acompañarlo con papitas fritas, gaseosas y hasta postres.

¿Qué puedo hacer, doctora? No quiero perder el equilibrio entre disfrutar de mi relación y recuperar la figura con la que me sentía más segura.

OJO AL CONSEJO

Querida Daniela, lo que describes es más común de lo que piensas. Muchas parejas, al sentirse cómodas y felices en su relación, suelen encontrar en la comida una forma de compartir y disfrutar juntos. Conversa con Luis y aprendan a escuchar lo que su cuerpo les dice y encuentren un equilibrio entre disfrutar de los placeres de la vida y cuidar de su bienestar.