Magaly Moro

Miguel (Callao, 41 años). Doctora, en mi familia somos de buen diente. A pesar de la cuarentena y de las carencias que han habido por estos días, hemos tratado de comer rico con poco dinero. Así que, desde que nos enteramos que se iba a reiniciar el servicio de delivery, mi esposa Astrid y yo decidimos darnos un gustito.

Hace poco pedimos un pollo a la brasa y, mientras esperaba que llegue el repartidor, me fui al mercado a realizar las compras de la semana. Tardé más de lo habitual por las colas y porque quería escoger los alimentos adecuadamente.

Llegué a las dos de la tarde a mi casa y cuando le pregunté a Astrid dónde estaba mi parte del pollo, me entregó un plato con una pieza muy pequeña. Ni siquiera había cremas. Me enojé con ella porque se comió más de lo que le tocaba, pero ella se rió y le restó importancia a mis quejas. Yo quería comer pollo a la brasa después de meses, pero mi esposa fue egoísta conmigo.

Lo que hizo Astrid ocasionó una pelea entre los dos y hasta nuestro hijo de cinco años se dio cuenta. Han pasado algunos días y casi no nos hablamos, a pesar de que pasamos la mayor parte del día juntos. Estoy esperando que me pida disculpas, pero no lo hace. Y lo peor es que en unos días vamos a cumplir cinco años de casados.

He pensado en comprarme un pollito a la brasa y no invitarle para que sepa lo que se siente. Hasta he empezado en irme a vivir a la casa de mi madre por un tiempo. Estoy muy indignado por la actitud de mi pareja. ¿Qué me recomienda hacer, doctora?

Ojo al consejo

Estimado Miguel, entiendo tu enojo, pero me parece que estás exagerando un poco. Hasta la fecha tu esposa no te ha pedido disculpas porque seguramente considera que el tema no es de mucha relevancia. Te aconsejo que hables con ella y le hagas saber lo que sientes.

Por otro lado, no vale la pena pelearse por un pollito a la brasa. Reflexiona. Suerte.