Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.

El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.

Hoy te cuento la historia de Lorena, de 42 años de Surco.

Doctora Magaly Moro, hace tres años me separé después de una relación de más de una década. Fue un divorcio difícil, con muchas heridas abiertas y un desgaste emocional que me dejó hecha trizas. Estuve mucho tiempo cerrada al amor, enfocada en reconstruirme como mujer, profesional y mamá. Cuando por fin sentí que volvía a ser yo, apareció alguien que me movió el piso.

Es un hombre bueno, tranquilo, detallista. Se nota que quiere algo serio conmigo y me lo demuestra con hechos. Pero yo no me dejo querer. Me lleno de excusas, me cierro, y aunque por dentro me muero de ganas de confiar, no puedo. Siento que si me entrego, voy a volver a salir herida. Me da miedo ilusionarme otra vez y repetir el dolor que ya viví.

Mis amigas me dicen que no todos son iguales, que tengo derecho a volver a amar. Y yo también quiero creerlo. Pero mis barreras son tan altas que hasta yo me doy cuenta de que lo estoy alejando sin querer. No quiero perderlo, pero tampoco sé cómo soltar el miedo. Estoy atrapada entre el deseo de abrir mi corazón y el terror de que lo rompan otra vez.

¿Cómo sé si ya estoy lista para empezar de nuevo? ¿Cómo dejo de castigar a este hombre que me pretende, por lo que otro me hizo? Me encantaría volver a creer en el amor, doctora. Solo que esta vez, me cuesta más de lo que imaginé.

CONSEJO

Querida Lorena, el miedo después de una herida profunda es natural, pero no debe volverse una barrera que te impida vivir algo nuevo y bonito. Este hombre no es tu expareja y no merece pagar por lo que tú ya viviste. Permítete sentir sin apurarte, pero tampoco huyas. El amor también se aprende otra vez, y muchas veces llega cuando menos lo esperas.