Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.

El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.

Hoy te cuento la historia de Valeria, de 41 años, que nos escribe desde San Luis.

Doctora, últimamente me siento muy angustiada por las constantes discusiones que tengo con Daniel, mi pareja. Cuando lo conocí hace siete años, creí firmemente que era el hombre con quien pasaría el resto de mi vida, así que decidí mudarme con él sin pensarlo demasiado. Con el tiempo, esa ilusión se fue desvaneciendo.

Desde los primeros meses de convivencia noté que algo no estaba bien. Su comportamiento cambió, se volvió apático y mostraba poco interés por todo. Al principio creí que solo necesitaba tiempo para adaptarse a la vida en pareja, pero con el paso de los días comprendí que el problema era mucho más profundo.

Durante las peleas decía cosas hirientes, no mostraba empatía, y comenzó a rechazar cualquier acercamiento emocional o físico. En algún momento sospeché de una infidelidad, pero nunca tuve pruebas. Solo me quedó asumir que ya no sentía amor por mí, solo costumbre.

Lo más doloroso es que no demuestra intención de cambiar. Su indiferencia me lastima, y aunque se lo digo, reacciona con frialdad. A veces me lanza frases como: “Si quieres irte, vete, ya lo hiciste antes”. Es verdad, en un momento decidí alejarme, pero él me pidió volver. Hoy, pienso que necesito recuperar mi tranquilidad y cerrar este ciclo. ¿Cree usted que alejarme sería lo correcto?

CONSEJO

Querida Valeria, mereces una relación donde te sientas amada, valorada y escuchada. Quedarte por costumbre solo prolonga el dolor y apaga tu bienestar emocional. No es egoísta elegirte, es necesario. Si él no muestra voluntad de cambiar ni de construir juntos, alejarte puede ser un acto de amor propio. Buscar tu paz no es huir, es sanar.