“El quechua  puede desaparecer”
“El quechua puede desaparecer”

En unos meses cumplirá 92 años(22 de diciembre), no puede escuchar bien y se agita al caminar, pero su pasión y amor por el idioma quechua lo llena de vitalidad. Se emociona, se enciende. “Los peruanos no nos damos cuenta de su importancia”, reniega en voz alta.
Don Demetrio Túpac Yupanqui Martínez nos recibe en su Yachay Wasi (casa del saber), en La Perla, Callao, y nos pregunta: “¿Hay algo mejor que Machu Picchu? Lo hicieron los quechuas”, responde él mismo. Nos dice que gracias al runa simi (quechua) el Perú llegó a ser un gran imperio.
Lamenta que las autoridades no le den la importancia debida al idioma original de los peruanos, y en las universidades “enseñan disparates”, porque repiten documentos y hablan sobre dónde nació el quechua, cómo se desarrolló y nada más. “Si no saben hablar quechua, cómo van a enseñar”, cuestiona con su acento cusqueño.
“Me desespero y me pongo triste”, dice, al aceptar que el quechua, “un idioma superior, vivo, puro”, puede estar condenado a desaparecer si no se forman profesores. “Es nuestra identidad, debemos revalorlarlo para nuestro desarrollo”, exclama.

No se siente sabio. A don Demetrio no le quita el sueño saber si es o no descendiente directo del inca Túpac Yupanqui, y tras sus incansables 50 años dedicados a enseñar el quechua tampoco lo hace sentirse “sabio”, como lo llamó, en 2010, el entonces rey de España, Juan Carlos. Le disgusta que lo comparen con “El Quijote”. “Soy Demetrio nomás, y no tengo un Sancho Panza”, dice sonriente, al asegurar que traducir al quechua el clásico de Miguel de Cervantes Saavedra es su mayor satisfacción. “Gracias a esta obra, el quechua se hace conocer en el mundo entero” y “también porque me ha hecho pasear por muchos países”, celebra.
Asegura que seguirá enseñando quechua hasta donde la vida le permita y, orgulloso, cuenta que domina cinco idiomas (quechua, español, inglés, latín y francés). “Tuve un amor en Argentina, con quien hablaba en francés. Le gustaba tanto mi manera de hablar que se vino a vivir conmigo”, relata con picardía.
Lo que le indigna es no tener apoyo en Perú para publicar nuevos textos. Tiene listos uno sobre gramática del quechua y el relato inca Ollantay. Asegura que esta historia de amor es más agradable leerla en quechua. “Estoy en un trabajo más grande. Se trata de un diccionario enciclopédico en quechua”, cuenta.

Amigo de Belaunde. Destaca su amistad con el expresidente Fernando Belaunde, a quien conoció cuando aún era catedrático en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y él trabajaba de periodista. “Él me llevó a trabajar como jefe de prensa en Palacio”, recuerda.
De sus andanzas como redactor, no olvida que una mañana, cuando iba a la Catedral, vio a dos nativos cusqueños en la puerta. “Al verme empezaron a correr, pero yo les hablé en quechua y entonces me dijeron que querían pedirle pelotas al presidente Manuel Prado Ugarteche. Yo les dije que también pidan carpetas y útiles escolares”, y los llevó a Palacio. El presidente que era muy atento aprobó la donación. “La noticia salió en primera plana al día siguiente en el diario Opinión Libre”, recuerda emocionado. “Para eso es el periodismo”, añade.
También recuerda que fue testigo del descubrimiento de la comunidad inca de los Q’eros, el pueblo quechua que se refugió en las alturas cusqueñas durante el virreynato.
Del expresidente Juan Velasco Alvarado no tiene gratos recuerdos. No solo por el golpe de Estado, sino porque erróneamente obligó la enseñanza del quechua al declararla como segundo idioma oficial. “No haga usted eso. Prepare profesores, le dije. No me hizo caso y fracasó”, fue su advertencia.