Los nuevos sabores de las calles de Lima
Los nuevos sabores de las calles de Lima

Los tiempos cambian y con ello la culinaria urbana. Y es que el boom gastronómico no es exclusividad de finos restaurantes, sino también de aquellos que están desplazando de su carretilla a la tradicional papa con huevo y al choclo con queso por curiosas alternativas elaboradas por estos chef callejeros, que cuando se trata de ofrecer suculentos platos para matar el hambre de los transeúntes a un bajo precio saben cómo ingeniárselas para salir adelante en su propósito.

Nuevo menú. “Quise vender algo diferente, por eso me arriesgué por ofrecer mini causas limeñas, que acompaño con macarrones, tallarines rojos o arroz chaufa”, cuenta doña Lupe Lazo, quien manifiesta que vende 150 porciones en un máximo de dos horas en las afueras del Centro Cívico. “Llego a las 11 de la mañana y a la 1 de la tarde ya vendí todo. El precio es de 3.50 soles, barato nomás para que compre la gente”, finaliza la mujer, quien afirma que empieza su jornada laboral cocinando a las 2:30 de la madrugada, debido a que vende comida a los taxistas lechuceros que toman desayuno en el cruce de las avenidas Tacna y Nicolás de Piérola, en el Centro de Lima.

Para los que buscan disfrutar de un plato poco común en las mesas de la capital, los juane son la opción perfecta para satisfacer el paladar del público que acude al emporio comercial Gamarra, en La Victoria. “Aburre comer lo mismo. Una no viene todos los días, así que aprovecho en darme un gustito con mi hija. Por tres soles compro un juane y engaño al estómago hasta que llegue la hora del almuerzo; además, tiene un sabor bien rico”, relata risueña Verónica Salas, quien pide una porción más para llevar y servirle a su esposo en su casa ubicada en Independencia.

Frutas exóticas. Refrescar el cuerpo debido al intenso calor que azota a la ciudad es una necesidad. Una rodaja de sandía bien puede cumplir este cometido, tanto como una de piña. Sin embargo, una fruta llegada desde la selva ha ganado protagonismo en las calles. Su nombre: pitajaya. “Es buena para el colón y para las enfermedades del estómago. La gente pregunta por curiosidad, pero cuando les dices para qué es buena esta fruta, la prueban y regresan, incluso ya tengo mis caseros”, cuenta Sonia Paniagua, mujer natural de Kotosh, Huánuco, mientras se mantiene alerta ante la presencia de efectivos del Serenazgo, que patrullan los alrededores del Mercado Central para evitar la venta ambulatoria.

Las frutas andinas se han ganado también su lugar entre los comensales al paso. Claros ejemplos son el aguaymanto y la tuna, que son vendidas al precio de un sol en bolsas plásticas al público de a pie como a los conductores y son las preferidas de estos últimos. “Siempre compraba papaya cuando me daba hambre, hasta que una sobrina me dijo que comiera aguaymanto por ser un energético natural. Ahora cuando paso por la avenida Abancay, compro unas dos bolsas para recargar energías y seguir trabajando parejo”, acota un taxista que agradece que los precios de estas nuevas propuestas se mantengan al alcance de los bolsillos.

Entre el jirón Puno y la avenida Abancay, una señora le saca el jugo a la naranja. Vende el vasito con harta vitamina C a un humilde sol, pero si el transeúnte es hincha del doctor José Luis Pérez-Albela, la mezcla curativa con un sobre de magnesol sale a tres soles.

Así es esta Lima del ciudadano de a pie, una mistura en constante ebullición.

Así es esta Lima del ciudadano de a pie, una mistura en constante ebullición.