Los tesoros escondidos de San Francisco
Los tesoros escondidos de San Francisco

La hermosa fachada del templo de San Francisco, rematada por un ostentoso campanario románico, sirve como antesala de lo que es el museo y convento de San Francisco, un lugar lleno de magia y misterio que, sin embargo, es poco conocido en Cusco y al que OJO tuvo acceso en exclusiva. Pasillos llenos de historia, techos primorosamente tallados y muros llenos de lienzos de la Escuela Cusqueña le dan la bienvenida a los visitantes, quienes quedan extasiados por tanto arte e historia juntos en uno de los conventos más antiguos de Sudamérica.

Puertas abiertas. Gracias a la administración del lugar, ahora está abierto para la visita de cusqueños y turistas, que pueden hacer un recorrido guiado por todo el convento, museo y catacumbas.

Casi al inicio del recorrido se visitan las famosas criptas sepulcrales, espacios lúgubres donde descansan los restos de antiguos monjes franciscanos, así como de benefactores de la orden. “Cada rincón de este convento tiene un enigma particular, un misterio que se va develando en cuanto vamos conociendo el lugar; por ejemplo, aquí en los claustros encontramos esta serie de restos óseos, pertenecientes a antiguos habitantes que colaboraron de alguna manera con el convento; tenemos restos de personas a partir del siglo XVI y que hasta ahora descansan en estas criptas”, cita el profesor Cayetano Villavicencio, curador del museo.

EL CORO ALTO. Luego de pasar por el refectorio, y recorrer los pasillos llenos de lienzos pertenecientes a artistas tan renombrados como Basilio Santa Cruz, Marcos Ribera, Juan Zapata Inca y otros, llegamos al Coro Alto, desde donde se tiene una vista privilegiada del templo, su magnífico púlpito y las obras de arte que alberga. Este espectáculo se ve redondeado con la vista del espectacular órgano de fuelle alemán del siglo XVII. “El Coro Alto es uno de los lugares principales de todo convento. Aquí podemos hallar piezas de arte talladas finísimamente en todos los rincones, como los sillares y las representaciones de los monjes casi en tercera dimensión. Pero lo que más llama la atención es el ostentoso facistol, único en todo el Virreinato del Perú y sin duda el más lujoso. En este atril se colocaban los enormes libros de canto o lecturas litúrgicas”, refiere orgulloso el profesor Cayetano.

Una vez en el Coro Alto el paso hacia el campanario es mucho más sencillo, y tras recorrer una serie de estrechos pasillos de piedras, que alguna vez fueron parte de construcciones incas, se llega hasta la parte superior. La vista de la ciudad es simplemente impresionante. Este campanario es el único en Cusco que conserva su juego de campanas completo, nueve en total, cada una afinada en una nota específica y que juntas tocan melodías que pueden arrancar hasta lágrimas.

Tesoros. Para terminar, y como plato de fondo, llegamos hasta los pies del inmenso lienzo denominado “Árbol Genealógico de la Familia Franciscana” y no exageramos cuando lo calificamos de inmenso, ya que es el más grande de toda América y el tercero de mayor longitud de todo el mundo. Pintado en el siglo XVII por Juan Espinosa de los Monteros, esta obra de 12 metros de alto por nueve metros de ancho, contiene 629 personajes, 224 escudos y 203 leyendas, entre otras características que lo hacen una obra de arte de valor incalculable.

“Este es un espacio poco conocido de Cusco; sin embargo, queremos mostrarlo al mundo, aquí tenemos obras de arte que no existen en ningún otro lugar y estamos seguros de que a través del paseo de los visitantes podremos acercar un poco más la historia de los franciscanos a las personas para que se sientan más orgullosas de su pasado, presente y futuro”, finalizó Anderson Gonzales, administrador del museo.