Las uñas largas de los dedos pulgares de doña Mercedes parecen estar afiladas. Listas como una tijera para rajar, casi con precisión, la hoja de paja toquilla y transformarla en hilos. El verdor de la planta ha desaparecido. Ahora son hebras largas de color marfil que tomarán forma en las manos de los tejedores de Narihualá, un pueblo asentado a cinco kilómetros al sur de Catacaos, en Piura, conocido a nivel nacional por la elegancia y la finura de sus sombreros y sus cerámicas.

Trabajo arduo. Para las ventas durante diciembre, los artesanos se prepararon con varios días de anticipación. Y es que la visita de turistas, nacionales y extranjeros, ha aumentado en esta población costera, especialmente para las fiestas de fin de año. Doña Meche -como le dicen sus paisanos- y sus dos hijas trabajaron arduamente en la elaboración de un nacimiento del

Niño Jesús hecho de paja toquilla, el primero de muchos que solicitaron el año pasado.

El trabajo de doña Mercedes ha trascendido las fronteras de Piura. Su arte ha sido reconocido en importantes eventos de moda, como Perú Moda y Perú Gift Show 2016.

Arte vivo. La historia de la artesanía de paja toquilla en Narihualá se remonta a los años 80, época en que buscó desarrollarse social y económicamente. Desde entonces y hasta ahora, las mujeres de este pequeño pueblo han luchado por preservar el arte que les fue heredado de sus ancestros y que se resume en las hebras que tejieron una parte de la historia de nuestro querido Piura.

“Da pena que se pierda esta tradición”, comenta Mercedes Flores, presidenta de la Asociación de Artesanas “Virgen del Perpetuo Socorro”, en Narihualá, Catacaos, que agrupa a 165 artesanas.

A los 8 años -cuenta Meche- ya sabía el arte. Aún lo hace, pese a los achaques de la vejez. Entre sus quehaceres domésticos y el cuidado de chivos se da un tiempo para tejer unos tres sombreros semanales, sin el acabado. En el gremio se realiza el proceso final y la venta del producto en el mercado local y nacional.

“Lo que necesitamos es apoyo para poder promocionar nuestros productos”, dice mientras no despega la vista de su tejido. A su alrededor hay un grupo de jóvenes y adultos que, al igual que ella, va dando forma a unas carteras finas de paja toquilla.

El 70% de tejedoras se dedica a artesanías de paja toquilla y el resto a la crianza de animales. “No hay más fuentes de trabajo -agrega doña Mercedes-. Sería bueno que nos faciliten ferias en toda la región. La Municipalidad de Catacaos no toma mucho interés en nuestro trabajo”, comenta. Ella, al igual que las demás artesanas de Narihualá, espera que el arte en paja toquilla no se pierda.

El 70% de tejedoras se dedica a artesanías de paja toquilla y el resto a la crianza de animales. “No hay más fuentes de trabajo -agrega doña Mercedes-. Sería bueno que nos faciliten ferias en toda la región. La Municipalidad de Catacaos no toma mucho interés en nuestro trabajo”, comenta. Ella, al igual que las demás artesanas de Narihualá, espera que el arte en paja toquilla no se pierda.