Un policía de película
Un policía de película

Cuando el suboficial Richar Chávez contestó el teléfono, al otro lado de la línea estaba un italiano de acento extraño. Tras presentarse, dijo que trabajaba en una embajada, que lo llamaba porque había ganado un premio internacional, que debía viajar a Italia a recibirlo. “Necesitamos confirmar unos datos de contacto”, dijo el extraño. Con su instinto de policía ya alerta, Richar eludió la conversación como pudo. Tres días después, el italiano volvió a llamar.
El sujeto insistió en que era urgente enviarle una invitación. “Ha ganado el reconocimiento Apoxiomeno 2015”, dijo el italiano, lo que aumentó las sospechas de Richar. “Sabemos de su labor como policía, escritor, payaso y actor”, siguió el desconocido. Casi por curiosidad, aunque dudoso, el suboficial dictó un correo electrónico y pidió que le envíen la invitación formal.
“No lo podía creer, pero la tarjeta llegó después a través de la Embajada de Italia. Cursé el documento a mis superiores y el propio ministro del Interior autorizó mi viaje. A pesar de eso, por acá casi nadie se enteró”, narra Richar.
En julio pasado, en la ciudad italiana de Florencia, los organizadores del Premio Apoxiomeno Internacional —que rinden homenaje a los mejores policías del mundo— le entregaron una estatuilla dorada por su carrera dedicada a la seguridad y el arte.

Estreno. Richar tiene 45 años —25 de policía, y toda una vida de payaso—, ha escrito un libro autobiográfico y ha protagonizado su propia historia en un largometraje al que llamó “Yo mimo soy”. En él narra su experiencia como efectivo en los años del terrorismo, su labor como payaso y la forma en que ha sabido unir todas sus vocaciones.
“Las dos actividades para mí fueron naturales porque tenían bastante en común. Crecí con ambas ilusiones, el ser policía y payaso, tanto así que, cuando tuve la oportunidad, me volví ambos”, relata entre risas. Su personaje “Trampolín” significa “transformación de la Policía Nacional”. Para él, servir a la sociedad significa proteger al prójimo y llevar entretenimiento con valores.
Hace más de dos años, Richar fue destacado a Cajamarca, su lugar de nacimiento, donde un director local lo ayudó a filmar la película que hoy estrenará en un cine de San Juan de Lurigancho. La grabación se realizó en sus ratos libres, cuando salía de su trabajo como integrante del Escuadrón de Emergencias en una ciudad agitada por las protestas.
Tras varios meses, Richar consiguió preestrenar la película el año pasado en Lima, pero no consiguió entrar en las grandes cadenas de cine. “Cuando me tocó planear el estreno me di con la puerta en la cara”, cuenta con una sonrisa irónica. Solo enterados del premio que recibió en Italia, una sala local le ofreció estrenar su filme en pantalla gigante.
“Verte ahí es una experiencia única. Es enfrentar tu propia historia, recrearla y revivir momentos felices y dolorosos”, asegura Richar, quien se define como un soñador sin límites.
A pocas horas de enfrentar el éxito o el fracaso de la taquilla, reflexiona sobre su futuro en el arte. “Trampolín morirá conmigo. Podré dejar de ser policía, pero jamás dejaré de ser un payaso”, dice como si contara su mejor chiste.