Cada año se presentan al menos 1,500 nuevos casos de cáncer infantil, siendo una de las principales causas de mortalidad en niños. Aunque su origen es multifactorial y no siempre prevenible, la alimentación juega un papel crucial en el tratamiento y la recuperación.

Los niños con cáncer suelen enfrentar desnutrición, ya sea por la enfermedad o por los efectos secundarios de la quimioterapia, como náuseas y pérdida de apetito. Una dieta rica en proteínas, grasas saludables y carbohidratos complejos ayuda a mantener su energía y fortalecer su sistema inmunológico.

Además, incluir alimentos ricos en antioxidantes, como frutas y verduras de colores intensos, puede contribuir a reducir el daño celular. Evitar ultraprocesados y azúcares refinados también es clave.

Una nutrición adecuada no cura el cáncer, pero sí mejora la calidad de vida del niño y potencia los efectos del tratamiento. Comer bien es parte de la lucha.

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