El reflujo ocurre cuando el contenido del estómago sube hacia el esófago, causando ardor o sensación de acidez. Cada persona puede reaccionar de manera distinta, pero la ciencia ha identificado alimentos y bebidas que suelen provocarlo, como café, chocolate, alcohol, bebidas gaseosas, cítricos, tomate, menta y comidas muy grasosas, fritas o muy condimentadas. Comer en exceso o acostarse poco después de cenar también favorece el reflujo.
Para reducir los síntomas conviene comer porciones pequeñas, mantener horarios regulares y esperar al menos dos horas antes de recostarse. Elegir preparaciones al vapor, a la plancha o al horno en lugar de frituras ayuda a aliviar la acidez, y mantener un peso saludable contribuye a controlar la presión sobre el estómago.
Si notas que un alimento provoca con frecuencia molestias, lo mejor es limitar su consumo. Adoptar buenos hábitos suele ser la mejor medicina para cuidar la digestión, y pequeños cambios en la rutina alimentaria pueden mejorar notablemente la calidad de vida.
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