No toda sensación de hambre proviene del estómago. Según la fisiología moderna, el cuerpo distingue distintos tipos de hambre que involucran al cerebro, las hormonas e incluso la microbiota intestinal.
El hambre fisiológico aparece cuando bajan los niveles de glucosa y se activan señales del hipotálamo que indican la necesidad de comer; este es el tipo de hambre que conviene escuchar. Por otro lado, el hambre emocional surge para aliviar ansiedad, tristeza o aburrimiento; en estos casos, el cuerpo no requiere energía, sino calma. También existe el hambre sensorial, que se activa por olores, imágenes o la simple vista de alimentos, incluso estando saciados.
Factores como la falta de descanso, el estrés o una microbiota desequilibrada pueden alterar estas señales y llevarnos a comer de más. Reconocer el tipo de hambre que sentimos es clave para alimentarnos con conciencia y mantener un equilibrio entre cuerpo y mente.
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