Los arándanos azules frescos son mucho más que una fruta sabrosa. Su intenso color se debe a las antocianinas, compuestos naturales que protegen las paredes internas de los vasos sanguíneos, tanto arterias como venas, conocidas como endotelio. Este tejido regula la circulación, la presión arterial y la llegada de oxígeno a los órganos, y cuando se inflama o endurece, aumenta el riesgo de hipertensión, infarto o accidente cerebrovascular.

Diversos estudios han demostrado que consumir una taza de arándanos al día puede mejorar la elasticidad de los vasos y favorecer la producción de óxido nítrico, una molécula que contribuye a dilatarlos. Por esta razón, su consumo regular resulta especialmente beneficioso para quienes tienen presión alta, colesterol elevado o antecedentes cardiovasculares.

Lo ideal es disfrutarlos frescos, solos o acompañados de yogur o avena, varias veces por semana, para aprovechar al máximo sus propiedades.

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