La alimentación complementaria marca una etapa decisiva para la salud futura. Según las sociedades de pediatría de Estados Unidos y Europa, los alimentos sólidos deben introducirse alrededor de los seis meses, cuando el bebé ya puede mantener la cabeza erguida y muestra interés por la comida.

Desde el comienzo conviene ofrecer alimentos ricos en hierro como carnes, pescado, lentejas y cereales fortificados, junto con frutas y verduras variadas. También es recomendable incluir poco a poco alimentos potencialmente alergénicos como el huevo o el pescado, ya que retrasarlos no previene las alergias.

En cambio, se deben evitar la sal, el azúcar y la miel, así como los jugos y los productos ultraprocesados. La leche de vaca no sustituye la lactancia ni la fórmula antes del primer año.

Una dieta natural, variada y libre de agregados innecesarios ofrece la mejor base para un intestino saludable y un crecimiento equilibrado.

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