Evitar subidas bruscas de glucosa no solo mejora el control de la diabetes, también ayuda a mantener niveles de energía más estables y protege la salud cardiovascular. La primera clave es elegir carbohidratos de absorción lenta, como avena, menestras, camote, quinua o pan 100% integral, ya que su fibra permite que la glucosa ingrese de forma más gradual a la sangre.

La segunda clave es combinar bien tus comidas. Cuando acompañas un carbohidrato con una fuente de proteína como huevo, pescado o yogurt natural, o con grasas saludables como palta, frutos secos o aceite de oliva, el vaciamiento gástrico se vuelve más lento y el azúcar sube de manera más controlada.

La tercera clave es moverte después de comer. Una caminata de 10 a 15 minutos facilita que los músculos capten glucosa sin necesidad de tanta insulina, lo que reduce los picos. Aplicar estas tres estrategias en cada comida puede marcar una diferencia real en tu control glucémico diario.

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