La lactancia materna es un proceso natural, pero lograr que sea exitosa requiere información y apoyo. Desde el nacimiento, es ideal colocar al bebé al pecho en la primera hora de vida, ya que este contacto temprano estimula la producción de calostro, una leche espesa y amarilla rica en anticuerpos.
El calostro cubre las primeras necesidades del bebé y protege su intestino. Entre el tercer y el quinto día, el calostro da paso a la “subida de la leche” madura, que es más abundante y de color blanco. Es normal que, durante esta transición, el bebé pida el pecho con frecuencia.
Para mantener una buena producción, es fundamental ofrecer lactancia a libre demanda, asegurándose de que el bebé succione correctamente y vacíe bien el pecho. La paciencia, el acompañamiento de profesionales y la confianza en la capacidad natural del cuerpo son claves para una lactancia duradera y nutritiva para el recién nacido.
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