El hígado graso ocurre cuando se acumula grasa dentro del hígado, principalmente por un exceso de calorías que el cuerpo no utiliza. Esta grasa no solo proviene de alimentos grasos, sino también del exceso de azúcares y harinas refinadas que el organismo convierte en grasa. Bebidas azucaradas, jugos, postres, panes blancos, snacks y frituras contribuyen a esta acumulación.
El consumo frecuente de estos alimentos provoca que el hígado almacene grasa y se inflame, afectando su función. La buena noticia es que esta condición puede revertirse con cambios en la alimentación. Incorporar verduras, menestras, pescado, palta, aceite de oliva, frutos secos y cereales integrales ayuda a mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la grasa en el hígado.
Además, la práctica regular de ejercicio físico junto a una dieta saludable favorece la recuperación y el buen funcionamiento del hígado.
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