El desayuno es importante para quienes viven con diabetes, pues ayuda a mantener la glucosa estable a lo largo del día. La primera recomendación es evitar los azúcares simples como panes dulces, jugos, mermeladas o cereales refinados, ya que elevan rápidamente el azúcar en sangre. En su lugar, conviene elegir carbohidratos de absorción lenta y con fibra, como la avena entera o la quinua.

Un desayuno ideal debe combinar proteína magra, como huevo, queso fresco o yogur natural sin azúcar, con grasas saludables, como palta, semillas de chía o linaza y frutos secos. Estos nutrientes enlentecen la absorción de glucosa y proporcionan mayor saciedad. Acompañar con frutas enteras como papaya, manzana o fresas aporta fibra, vitaminas y antioxidantes.

El café o el té sin azúcar son buenas opciones de bebida. En resumen, un desayuno balanceado, rico en fibra, proteína y grasas saludables, contribuye a mantener la glucosa bajo control y a empezar el día con energía.

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