La salud reproductiva de la mujer debe ser atendida con información, prevención y seguimiento médico. Desde la adolescencia, es importante conocer el propio ciclo menstrual, reconocer señales de alerta como dolor intenso o sangrados irregulares, y acudir al ginecólogo al menos una vez al año.
El uso correcto de métodos anticonceptivos no solo previene embarazos no deseados, sino también protege frente a infecciones de transmisión sexual (ITS). Mantener una buena higiene íntima, evitar las duchas vaginales y usar ropa interior de algodón ayuda a prevenir infecciones.
Durante la etapa fértil, el control preconcepcional es esencial si se busca un embarazo saludable. En el climaterio, los chequeos y el acompañamiento médico permiten afrontar los cambios hormonales con mayor bienestar. La salud reproductiva permite decidir sobre el propio cuerpo de forma segura e informada.
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