La cúrcuma no solo aporta color y sabor a tus comidas, también puede contribuir al cuidado de tu hígado. Su compuesto principal, la curcumina, ha sido estudiado en diversas investigaciones (disponibles en PubMed) por su capacidad para reducir la inflamación y proteger las células hepáticas del estrés oxidativo.

Por ejemplo, en personas con hígado graso, se ha observado que el consumo de curcumina puede disminuir las enzimas hepáticas que indican daño, como la ALT y la AST (Panahi et al., 2017).

Eso sí, la curcumina se absorbe con dificultad; por ello, para aprovecharla mejor, lo ideal es combinarla con pimienta negra (que contiene piperina) o consumirla junto a grasas saludables, como el aceite de oliva. También existen suplementos con curcumina de mejor absorción (como la liposomal); sin embargo, siempre deben ser recomendados por un especialista.

En resumen, incluir cúrcuma en tu alimentación, ya sea como especia o en forma de suplemento, puede beneficiar la salud de tu hígado.

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