Algunas personas con migraña notan que ciertos alimentos pueden desencadenar sus crisis. Aunque la reacción es individual, los estudios han identificado patrones comunes. Entre los más citados están el vino tinto, los quesos curados, el chocolate, las carnes procesadas con nitritos, el exceso o la falta brusca de cafeína y los ayunos prolongados.
En muchos casos, más que el alimento en sí, influyen los hábitos. Saltarse comidas, deshidratarse o consumir alcohol en exceso puede facilitar un episodio. Llevar un diario de alimentos y síntomas ayuda a descubrir los desencadenantes personales..
Comer a horarios regulares, mantenerse bien hidratado y evitar largos periodos sin comer son medidas protectoras. Las dietas equilibradas, con abundantes frutas, verduras, pescado y alimentos naturales, parecen asociarse a una menor frecuencia e intensidad de las migrañas.
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