La lactosa es el azúcar natural de la leche. Según la Escuela de Salud Pública de Harvard, su función principal es aportar energía y favorecer la absorción de minerales como el calcio y el magnesio. Además, estimula el crecimiento de bacterias intestinales beneficiosas.
La lactosa es el azúcar natural de la leche. Según la Escuela de Salud Pública de Harvard, su función principal es aportar energía y favorecer la absorción de minerales como el calcio y el magnesio. Además, estimula el crecimiento de bacterias intestinales beneficiosas.
Sin embargo, muchas personas presentan intolerancia a la lactosa, causada por una baja producción de lactasa, la enzima que la digiere. Esto provoca síntomas como gases, dolor abdominal o diarrea tras consumir lácteos. La intolerancia es más común en adultos y su prevalencia varía según la genética y los hábitos alimentarios.
Los lácteos deslactosados contienen la misma cantidad de proteínas, calcio y vitaminas que los regulares, por lo que no son menos ventajosos nutricionalmente. La única diferencia es que su lactosa ya está descompuesta en azúcares simples, lo que los hace más fáciles de digerir para quienes tienen esta condición.
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