Desde la nutrición, respetar las tradiciones culinarias no solo es compatible con una alimentación saludable, sino fundamental para mantener una relación armónica con la comida. Platos y postres típicos como el turrón de Doña Pepa no deben ser vistos como enemigos, sino como expresiones culturales que, con equilibrio, pueden formar parte de una dieta sana.
La clave está en la frecuencia, la porción y el contexto. Por ejemplo, una porción pequeña de turrón, compartida en familia durante octubre, no compromete la salud si el resto de la alimentación es balanceada y se basa en alimentos naturales. Rechazarlo o etiquetarlo como “malo” puede generar culpa o incluso atracones.
Incluir estos alimentos con conciencia y disfrute, en lugar de hacerlo con exceso y culpa, refuerza hábitos sostenibles. Equilibrarlos adecuadamente es el verdadero camino hacia una alimentación saludable con identidad y sentido de pertenencia.
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