Beber suficiente agua es esencial para el buen funcionamiento del cuerpo y puede ayudar, de forma indirecta, en la pérdida de peso. Mantenerse hidratado favorece la digestión, regula el apetito y evita confundir la sed con hambre, lo que podría reducir el consumo calórico. Además, reemplazar bebidas azucaradas por agua disminuye la ingesta de calorías vacías.

Sin embargo, tomar más agua de la que el cuerpo necesita no acelera la quema de grasa. El exceso se elimina por la orina y, en casos extremos, puede provocar hiponatremia, una dilución peligrosa del sodio en la sangre que afecta el equilibrio celular y puede causar mareos, confusión o incluso complicaciones graves.

La cantidad adecuada varía según la edad, el nivel de actividad física, el clima y el estado de salud, pero en la mayoría de adultos oscila entre 1,5 y 2,5 litros diarios. Más importante que beber “mucho” es beber lo suficiente y distribuirlo de forma regular a lo largo del día.

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