Las menestras, como frejoles, lentejas o garbanzos, pueden causar gases debido a que contienen carbohidratos especiales (oligosacáridos) y almidón que el intestino humano no puede digerir. Estos compuestos llegan intactos al colon, donde las bacterias “buenas” los fermentan, produciendo gases como hidrógeno y dióxido de carbono. Esto forma parte de un proceso saludable, pero puede generar incomodidad, sobre todo al inicio.
Para reducir este efecto, la ciencia recomienda remojar las menestras entre 8 y 12 horas, botar el agua y enjuagarlas antes de cocinarlas. También se aconseja usar olla a presión o cocinarlas por más tiempo para que queden bien suaves, y comenzar con porciones pequeñas hasta que el cuerpo se acostumbre. Si se consumen enlatadas, conviene enjuagarlas antes de usarlas.
La germinación o fermentación también ayuda a disminuir los compuestos que causan gases. Con estas técnicas, es posible disfrutar sus beneficios sin tantas molestias.
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