Antes y después de hacer ejercicio, la comida puede marcar una gran diferencia en la energía y la recuperación. Antes de entrenar, lo ideal es optar por algo ligero que aporte energía sin sentirse pesado. Los carbohidratos fáciles de digerir, como una fruta, un pan con huevo, un yogur con avena o un puñado de frutos secos, ayudan a que los músculos tengan el combustible necesario para rendir bien.
Luego del ejercicio, el cuerpo necesita recuperar fuerzas y es beneficioso combinar proteína con carbohidratos. La proteína colabora con la reparación muscular y el carbohidrato repone la energía gastada. Algunas opciones prácticas son pollo con arroz, huevo con pan, yogur con fruta, un vaso de leche o una tortilla con verduras.
También es valioso mantener una buena hidratación antes, durante y después del entrenamiento. No se trata de comer más, sino de elegir alimentos que permitan al cuerpo rendir mejor y recuperarse con mayor rapidez.
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