La lactosa es un nutriente presente de forma natural en la leche tanto de vaca, oveja, cabra e, incluso, la leche humana, y en cada una de estas se encuentra en diferentes concentraciones.

La lactosa cumple un rol en la dieta, siendo un carbohidrato y, para ser más precisos, un azúcar que aporta parte de la energía en la leche. Por otro lado, facilita la absorción de calcio de los alimentos, pero es el calcio de la leche el que más asimilamos (40%).

Hay muchas personas que tienen intolerancia digestiva a la lactosa y por ello sienten malestares como gases, cólicos, dolor abdominal y diarrea. Esto ocurre porque desde el nacimiento o a lo largo de la vida el cuerpo deja de ser capaz de fabricar lactasa, la enzima que digiere este azúcar partiéndola en 2 moléculas más pequeñas (glucosa y galactosa).

Las leche deslactosada y sin lactosa han pasado por un proceso en que la lactosa se desdobla en glucosa y galactosa, tiene un sabor algo mas dulce. El yogurt, en su procesamiento, suele perder parte de la lactosa mientras que en los quesos la cantidad varía según su tipo.

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