Es común sentir la necesidad de lavar el pollo, pero hacerlo bajo el caño puede ser riesgoso. El agua salpica y puede esparcir bacterias como salmonella por el fregadero y otros alimentos, por lo que generalmente se recomienda no lavarlo antes de cocinar.
Si decides limpiarlo, hazlo de forma segura. Colócalo en una bandeja o recipiente y límpialo con un poco de vinagre o limón diluido en agua, sin dejarlo en remojo. Si lo enjuagas, evita salpicar. Luego desecha el líquido con cuidado, desinfecta lavadero y superficies con una cucharadita de lejía por litro de agua, y lava bien tus manos y utensilios. Recuerda que cocinarlo completamente hasta que el centro esté bien cocido es lo que realmente elimina las bacterias.
Para guardarlo de manera segura, mantenlo refrigerado a 4 °C o menos, en la parte más baja del refrigerador y dentro de un recipiente cerrado. Así se evita la contaminación cruzada y se conserva fresco por más tiempo.
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