Estaba cavilando ¿cómo ilustrar la cantidad de contagios por , 104,020, que contabilizó este miércoles nuestro país?

Y encontré el símil exacto: sumamos, abran bien los ojos, dos estadios nacionales repletos de personas infestadas, teniendo en cuenta que la capacidad del José Díaz, allí donde gritamos los goles de la Selección, es de 50,000 espectadores.

Se trata, desde luego, de una realidad extremadamente preocupante, que se trae abajo metas importantes del Gobierno, y estresa a los connacionales que sí le corren al virus y cumplen los protocolos sanitarios establecidos.

Esta cifra de peruanos atrapados por el virus nos pone cada vez más cerca de naciones que tienen muchísima más población que la nuestra y, entonces, se nos viene a la memoria la frase del presidente del Congreso, Manuel Merino, que es portada del diario Correo: “Vizcarra está fracasando en esta pandemia".

Desde luego, es una percepción política, quizá fruto de esta banal lucha de poderes que estamos viendo, pero no debemos obviarla con garrocha porque el mandatario, en efecto, sí debería contarle a la población por qué se le va escapando el virus de las manos con 3.024 fallecidos.

Por ejemplo, si era consabido que el COVID no se mueve, lo movemos nosotros, como dicen en España, ¿por qué demoró tanto la intervención en mercados, paraditas, bancos y el transporte en general, verdaderos emporios del contagio?

Voces autorizadas como el decano del Colegio Médico del Perú, Miguel Palacios, ya pidió al Ejecutivo prolongar la emergencia sanitaria hasta el 11 de julio, y hace hincapié en que la cuarentena debe aplicarse de manera focalizada de acuerdo a la cantidad de casos por cada región y distrito.

No sabemos cuál es la fórmula para que el bicho empiece a descender, pero ahora es cuando necesitamos a un Vizcarra más ejecutivo y estratega que nunca. Que sustente, además, ese 80 por ciento de aprobación que le otorga Ipsos Perú en mayo.

Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta mañana.