El país se pudre en corrupción, a la vuelta de la esquina te matan por un celular y el frenazo económico se siente en la mesa de las familias. Sin embargo, al Congreso ni le va ni le viene y privilegia sus intereses particulares a los nacionales, como se ha visto con las reformas planteadas por el Gobierno. No sabemos si era necesario que el presidente Vizcarra se apareciera en el Parlamento con el Premier y el ministro de Justicia, pero si el Congreso y el Ejecutivo no reman para el mismo lado, vamos camino a la anarquía institucional y, por ende, al estancamiento. Y así no juega Perú.
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