¡Qué tal!

La política peruana es para reír y, en ocasiones, para llorar. Lo acabamos de certificar con las respuestas de dos señores que tendrán un papel protagónico en las próximas elecciones.

Alfredo Barnechea, precandidato de Acción Popular, no sabía cuánto era el sueldo mínimo de los peruanos. Ante una pregunta de Beto Ortiz, dijo que era 750 soles y todos sabemos que es 930. Tremendo roche, que le puede costar puntos importantes, al igual que el chicharrón que no quiso comer en las elecciones generales pasadas.

Y lo mismo ocurrió con Nano Guerra García, a la sazón flamante jefe del plan de gobierno de Keiko Fujimori. Entrevistado por Mario Ghibellini en Canal N y ante la repetida pregunta de cuánto era el sueldo mínimo, titubeó y aseguró que era 849.5 soles. “Mejor lo redondeamos a 850”, apuntó. ¿Qué cosa? En el acto tienen que mandarlo a la escuelita naranja.

Habrá que estar atentos, entonces, para poner a prueba a los otros candidatos sobre, por ejemplo, los precios de la canasta básica familiar. ¿Keiko Fujimori sabrá cuánto vale un kilo de cebolla? Hernando de Soto, que olvidó por qué partido postula, ¿estará enterado del costo de la yuca?

Doña Verónika Mendoza ¿conocerá lo que se paga por un kilo de jurel? Estamos seguros de que Forsyth sabe perfectamente el precio de una pelota, pero ¿sabrá cuál es el presupuesto que se le asigna al deporte y a la educación?

En buena cuenta, hay que ponerlos en el pellejo de la gente para que vean que no es fácil llenar la olla con esos 930 soles, mientras los congresistas se levantan más de 15 mil, además de muertos y heridos, casi por nada.

Y así por el estilo. No es mala idea someter a los aspirantes a la Presidencia de la República y a sus asesores a interrogantes facilonas, al estilo de los realities, como “Esto es Guerra”. Tal vez así la sensibilidad también ingrese a Palacio de Gobierno en 2021, año del Bicentenario.

Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, voy a ver cuánto me están pagando, hasta mañana.