Fotos: GEC | Ojo
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¡Qué tal!

Les cuento un cuento. Había una vez un país llamado Perusalén. Primero fue comandado por incas guerreros, luego por 40 virreyes, algunos con peluca, y, actualmente, lo gobierna el azar. Es verdad, aunque usted no lo crea.

Y es que Perusalén tiene un que si quiere vaca al presidente de la República a la hora que le pega la gana ¡y no pasa nada! Bueno, no pasaba.

¿Y saben por qué? Porque el ente máximo de las leyes, el , que no significa Todos Corren, arrugó y declaró improcedente la demanda competencial sobre la vacancia presidencial por incapacidad moral permanente. Toma mientras, .

Perusalén cuenta en su haber con un mandatario impopular que duró cinco días y, si no es por la Generación Z o Centennials (también llamada del Bicentenario), el susodicho seguiría orondo en Palacio de Gobierno, con el aplauso de los piquichones.

Ahora Perusalén es jefaturado por un señor que recita a Vallejo y habla suavecito y bonito. El tema es que este país ha quedado como un “atrocísimo microbio”, como diría el mismo Vallejo, frente a la necesidad de vacunas. Lo han mandado a la cola, al baile de los que sobran.

Y, entonces, más que “Considerando en frío, imparcialmente”, que evocó “Don Quijote”, la población de Perusalén anda recitando por las calles: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!”.

Lo que sí sabe o debería saber Perusalén es que “bueno es culantro, pero no tanto”. El 11 de abril próximo, día de las elecciones generales, es la gran oportunidad para que entierre a esos trashumantes de la política o aventureros del voto que solo buscan las mieles del poder para alimentar su ego y engordar su billetera.

Y Persusalén ya merece mejor destino, mejor suerte, mejores autoridades y, también, mejor gente. ¿No les parece? Y Colorín colorado, este cuento ha terminado.

Y esto fue todo por hoy, les agradezco la audiencia durante todo el año, cuídense en familia, cierro el ojo crítico, hasta el lunes.