El consumo de carnes, lácteos y huevos necesita de severas advertencias sobre su poder degenerativo porque, a pesar de que a diario aparecen nuevas investigaciones y comprobaciones que relacionan estos alimentos con el cáncer e innumerables afecciones, se siguen consumiendo en elevadas cantidades.

Todos los doctores ordenan eliminar la leche de las comidas de niños cuando presentan infección o soltura intestinal... ¿por qué esperar la enfermedad para suprimir la leche? La mayoría de las afecciones en los niños ocurren a nivel intestinal y respiratorio, siendo la leche (excepto la materna) muy perjudicial y una de las importantes causas en ambos casos. Con solo eliminar lácteos, azúcar y dulces, se previene y resuelve el 70% de todas las crisis respiratorias.

De igual manera, existe la creencia casi absoluta sobre la necesidad de carnes y huevos, pues solo en estos productos se encontrarían las proteínas o vitaminas indispensables. Nada más contrario a la verdad. La dieta cárnica es poco saludable para el ser humano por eso las poblaciones que consumen carnes sufren las más altas tasas de todas las enfermedades degenerativas. Para estas personas, contraer alguna enfermedad grave y sorpresiva es solo cuestión de tiempo, ese destino es más que seguro porque caminan en contra de su constitución orgánica.

Algunos pensarán: “Mi abuelo comió de todo y murió a los noventa años”. En verdad murió comiendo de todo, pero hasta los 50 años su alimentación se basaba, por lo general, en cereales y legumbres, con carnes dos veces al mes, sin comidas industrializadas ni productos químicos. Es distinto empezar a consumir alimentos de manera ocasional como las hamburguesas y bebidas gaseosas a los cincuenta años –siendo ya un roble fuerte– que a los seis meses de nacido, como ocurre en las generaciones actuales.

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