Según la ENDES 2024, la anemia aumentó de 43.1 % a 43.7 % en menores de 3 años. Existen momentos críticos en la vida del infante que incrementan el riesgo de anemia. Todo comienza en la gestación: una madre con anemia y mal alimentada corre el riesgo de tener un bebé con anemia y bajo peso al nacer.

Otro momento crucial es el parto; si el cordón umbilical se corta antes de tiempo, no se alcanzará a transferir suficiente hierro de la madre al bebé. Por otro lado, el bebé nace con una reserva de hierro que dura entre 3 a 4 meses. Después de ese período, debe recibir suplementación, ya que el hierro de la leche materna no es suficiente.

A los 6 meses, se inicia la alimentación complementaria. Si no se incorporan proteínas animales y alimentos ricos en hierro, como sangrecita, bazo o hígado, puede haber deficiencia.

La anemia afecta el desarrollo del niño y su capacidad para aprender. Si se presenta, debe ser tratada con suplementos, no solo con alimentos.

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